Desde muy chica, me encantaba sentarme en la mesada de la cocina a mirar como mi mama cocinaba, preguntaba por todos los ingredientes, sin duda ella siempre fue mi guía, mi inspiración.
Vengo de una familia con grandes reuniones, casi siempre mi madre era la anfitriona y yo recuerdo siempre estar ahí y todos diciendo que rico y saboreando muchos de sus platos.
A los doce años comencé a incursionar en el mundo de la cocina haciendo bizcochuelos (queques), platos dulces y salados.
Siempre sentí que podía transmitir mi cariño a través de cada uno de los platos, nunca me cuestioné hacerlo de forma profesional, porque lo que a mí me encantaba era sentir que podía mimar a los míos, a través de cada una de las recetas que iba probando.
En mi mesita de luz, velador siempre había y hay libros y revistas de cocina para aprender y disfrutar de ese mundo, trataba de mirar todos los programas que se daban en la televisión como buenas tardes mucho gusto, utilísima, cocineritas, el gourmet,y otros tantos.
Jajá, ya se darán cuenta que tengo 55 años al nombrar este tipo de programas, cuando me mude a vivir a la provincia de Mendoza, me invitaron con solo 24 años a dar un curso de cocina judía y así fue con esa juventud me anime y sentí que disfrutaba de cada uno de esos encuentros, donde sobre todo asistían abuelas con sus nietas o personas de las cuales yo podía aprender muchísimo mas, en vez de que yo les enseñara ,pero de eso se trata de compartir y permitirse aprender de otras generaciones sabores que si no las traspasamos de generación a generación realmente estoy convencida que se pierden.
hoy mis hijos crecieron y siento que llego el momento donde puedo dedicarme más tiempo a esto y disfruto haciéndolo, ojalá que pueda entrar en la cocina y en las familias de cada uno de mis seguidores llevándoles mis recetas, todo con muchísimo cariño.